Una deuda no saldada

Recorrí la ciclovía de Américo Vespucio Oriente (AVO) de principio a fin, desde la altura de Las Luciérnagas (La Reina) hasta Padre Román (Vitacura). Sirve, pero no compensa el costo social y ambiental que implica la autopista por abajo (es algo minúsculo, además, en comparación la capacidad adicional que se entrega al auto en ese eje). Por otro lado, se desperdician varias oportunidades de tener infraestructura cicloinclusiva realmente de calidad, cosa que trataré explicar en este texto. Pero antes, el video que resume el recorrido (a 8x de velocidad):

Más allá de lo sinuosa que es (algo evitable, pero no me voy a poner exquisito), fueron 5.49 km de recorrido bastante expeditos (en ~18.5min, ni muy rápido ni muy lento). Mi primera impresión es lo ridículo de no haber tenido antes ciclovía por acá. Obviamente era necesaria. Ahora la pregunta importante es: ¿tiene el mejor diseño que podría tener?

Antes de que empezaran las obras se discutió mucho sobre esto. Originalmente el diseño consideraba un corredor de transporte público (aún más necesario) que podría haber ido acompañado de ciclovías unidireccionales en cada calzada. Pero los promotores de las autopistas se opusieron a las pistas de buses y a las ciclovías “por los árboles”.

Finalmente vimos que no era el corredor de buses ni la ciclovía lo que forzaba a sacar los árboles, los que fueron mayoritariamente eliminados de todas formas (al respecto, recomiendo esta columna del actual Subsecretario de Transporte). Nos quedamos con un eje clave de nuestra ciudad sin transporte público eficiente (ni de superficie ni subterráneo, porque con la autopista ahora no podrá pasar Metro), sin árboles y sin ciclovía por la calzada.

En vez de la(s) ciclovía(s), AVO anunció que implementaría un “ciclopaseo” (para ahorrarse la molestia de cumplir con normativas de una ciclovía).

OK, un ciclopaseo igual sirve, peor es nada.

A diferencia del auto, la bici no es solo un modo de transporte, es además una actividad deportiva y recreativa. Pero, si vamos a hacer infra con el fin principal de ser recreacional (y teniendo en cuenta el espacio disponible que había), llama mucho la atención que se haga con el ancho “justo”.

Los y las ciclistas que pasean tienden a querer andar de a dos de fondo, lo que no es fácil con este ancho. Además, cuando el flujo es alto (cosa que creo será la norma), tampoco es fácil adelantar. Como es además el único espacio pavimentado, atrae a peatones y otros usos (ver ejemplos en el video de abajo). Todo esto sería menos complejo con una ciclovía ligeramente más ancha. Pero no.

El manual de recomendaciones para el diseño de ciclovías del MINVU (disponible acá) propone 2.4 metros como mínimo y ese mínimo (aproximadamente) es el que se implementó. Para este uso y espacio disponible tenía sentido hacer 1.8m por lado (3.6m de ancho total) o, al menos, una ciclovía de unos tres metros de ancho que permitiera tres bicicletas al mismo tiempo en su ancho (dos de fondo y uno en sentido contrario, o adelantar sin tener que esperar).

Extracto del manual de recomendaciones de diseño del MINVU
Ciclovía de algo más de tres metros de ancho, en algún lugar del primer mundo (probablemente Países Bajos)

A mi, en lo personal, me molesta que se haya optado por el mínimo, lo considero casi ofensivo tomando en cuenta los costos sociales y ambientales de la autopista. No olvidemos que, además de la pérdida de árboles, el estado subsidió a AVO con más de 10 millones de UF (casi 350 mil millones de pesos, suficiente para construir 4 kilómetros de metro subterráneo “llave en mano”), lo mínimo que deberían haber entregado era una ciclovía espectacular… y esta está OK, pero está lejos de ser espectacular. Considerando además los costos sociales del auto (cuyo uso se incentiva a niveles no sostenibles por este tipo de infraestructura), lo mínimo también era proveer de infra de transporte público de superficie de alta calidad, pero tampoco se hizo.

El tráfico inducido (así como el cambio climático) es algo real. No lo podemos seguir negando. Ya es hora de que infraestructura de transporte esté a la altura del desafío que enfrentamos. Me quedo con la esperanza de que no hagamos más autopistas urbanas (que no solo son insostenibles en lo ambiental, sino además regresivas) y que, si es que las hacemos, paremos con la tontera anti-árbol, anti-transporte público y anti-movilidad sostenible que hemos visto en los últimos años.

(acá había árboles)

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